Llámese sensacionalista a una característica del periodismo que resalta todo lo escandaloso, indiscreto y muchas veces negligente de una noticia que por lo general se presenta irrelevante.Uno de los aspectos que hace de la prensa chicha muy singular en América Latina es su conexión con la cultura de masas que se originó en Lima. Esta cultura -llamada chicha- representa un grupo de costumbres de una subcultura limeña, y que un grupo de la prensa adoptó para crear un nuevo estilo de entretenimiento. Es así cómo se ha denominado chicha -quizá por su relación con lo indígena- a una manifestación cultural que tiene que ver con la presencia de grupos de pobladores andinos en la capital de Lima. El desplazamiento de estos pobladores se inició en los años 50 del siglo pasado y, a través de décadas y de nuevas generaciones, estos grupos fueron creando paulatinamente su propia manera de vivir; una subcultura con nuevas costumbres, tradiciones, música, etc. La palabra chicha es además usada peyorativamente para describir o adjetivizar algo de mal gusto, baja calidad o insignificante.Aunque los primeros visos de sensacionalismo en la prensa se dieron en los años 50 con el tabloide Ultima Hora, como lo señala el profesor en periodismo Juan Gargurevich, no es sino a partir de los 80 cuando la ola de la prensa chicha comienza a hacer furor en la sociedad limeña.
No obstante de que las manifestaciones de carácter sensacionalista presentes en los impresos de divulgación pública pueden ser remontadas aun al siglo XVI con las gacetas alemanas y francesas que incluían notas sobre crímenes, dramas familiares y chismes de la realeza, fue sólo en la segunda mitad del XIX que se las asumió en esa condición, es decir, como expresiones de una manera particular y deliberada de hacer periodismo. Esto ocurrió principalmente en Francia, Inglaterra, Alemania y en los Estados Unidos de Norteamérica.
En el caso estadounidense, que es el que mejor ilustra el desarrollo de esta forma periodística, la competencia por mantener y luego incrementar los niveles de venta de la prensa diaria llevó a que se apelara a la fórmula del escándalo, inclusive producto de la simple invención, para alcanzar tales propósitos.
Ese tipo de práctica desinformadota se institucionalizó y no sólo fue empleada por las empresas periodísticas para asegurar sus intereses comerciales sino igualmente por los Estados, en especial en circunstancias de crisis políticas. Así, la agencia noticiosa internacional Associated Press inventó en 1944 un ataque nazi contra una flota mercante brasileña en el Océano Atlántico que impulsó al gobierno de Brasil a hacerse parte de las naciones aliadas contra Alemania y, poco después, tras la victoria de la revolución cubana en 1959, difundió en más de cuarenta oportunidades versiones falsas sobre una supuesta muerte del líder de ese movimiento, Fidel Castro.
Fue también en la década de 1950 cuando surgieron en Italia los paparazzi, fotógrafos inclementes –presentes hoy casi en todas partes- que se ocupan de obtener tomas comprometedoras de la privacidad de personajes públicos para venderlas a publicaciones sensacionalistas. Casi siempre lo hacen a escondidas, empleando teleobjetivos y en el marco de verdaderas operaciones de espionaje y persecución como la que en julio de 1996 le costó la vida a la princesa Diana de Inglaterra.
Actualmente, entonces, el modo sensacionalista es tanto algo que nutre publicaciones o programas especializados en lo que escandaliza en todas las regiones del mundo como un componente de la prensa y los noticiarios considerados "serios", que hacen sensacionalismo sin decirlo o, mejor, sin querer reconocerlo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario